¡Hola de nuevo! Siguiendo con el tema de la última entrada, me gustaría hablar de por qué la gente tiene tan poca ética en el mundo de los concursos fotográficos (y fuera de él).

Quiero pensar que ganar un World Press Photo o el Wild Life Photographer of the Year, tiene que ser realmente increíble. Si no tienes carrera como fotógrafo, seguro que en ese momento comienza, debido a la repercursión a nivel mundial que tiene un premio de esta índole.

Si te pones a investigar un poquito por la red, empiezas a ver casos y casos y más casos de gente que ha mentido en cómo ha realizado algunas fotografías. El más sonado es el del famoso fotoperiodista Steve McCurry, una persona que tiene publicadas varias portadas de National Geographic y cientos de imágenes. Dicen que ha clonado o eliminado objetos de sus fotografías y, lo que es peor, que ha puesto excusas no muy creíbles cuando le han preguntado por el tema. En casi cualquier otro estilo fotográfico no hubiese pasado nada, pero el fotoperiodismo es documentar el momento… Aquí es donde entra la ética de tu trabajo.

Otro caso espeluznante fue en 2016. ¡¡La revista estadounidense “W” no tuvo ningún remordimiento en publicar una serie de fotografías en las que habían dejado a las modelos sin rodillas ni codos!! Es increíble hasta donde pueden llegar para que el cuerpo de una persona sea perfecto, sin arrugas. Que alguien quite las marcas que generan las rodillas o los codos y se las fume…

En 2015, en el prestigioso concurso de fotografía de prensa “World Press Photo”, retiraron el premio a la categoría «Temas contemporáneos» al italiano Giovanni Troilo por mentir en la documentación diciendo que la serie había sido tomada en Charleroi cuando una de esas fotos había sido realizada en Molenbeek. ¿De verdad era necesario presentar 10 fotos en vez de 9?

En 2016 Nikon organizó un concurso en el que premió una fotografía que, en cuanto apareció en las redes sociales, la comunidad puso en duda porque parecía un montaje. Después de unos días, retiraron el premio argumentando que había sido un “error honesto” (ganar un concurso de Nikon mintiendo, a mi parecer, no es muy honesto) y dieron las gracias a la comunidad por haberles demostrado “el verdadero espíritu de la fotografía». Buenas palabras para una marca que vive del espiritu de la fotografía…

Pero la imagen que me ha impulsado a hacer esta entrada y que precede el texto, es la ganadora del Wild Life Photographer of the Year 2018. Yo voy todos los años al Colegio de Arquitectos de Madrid a ver la exposición porque me parece realmente increíble (ójala algún día hubiese una foto mía allí…). Cuando vi la foto que ganó pensé: “¡¡La leche!!! Cómo se lo curra la gente. Para hacer esto habrán tenido que usar sensores de movimiento o algún invento». Sí que usó algo, sí: ¡un montón de Photoshop o no sé muy bien qué!! La razón por la que han retirado la imagen ha sido porque el oso hormiguero que aparece es idéntico al ejemplar que hay disecado en el Natural History Museum, tiene la misma postura, pelaje… Para colmo, antes había ganado 4 primeros premios en diferentes concursos y a día de hoy, que yo sepa, no se los han retirado.

Pero la ética de cada uno es la que es. Puedes no tener escrúpulos y tirar toda tu carrera por la borda por tener la oportunidad de ganar un concurso y lanzarte a la fama.

Yo mantengo que cada uno haga lo que crea. Al final esto para mí es arte y cada uno lo expresa como le viene en gana pero si no somos honestos con nosotros mismos, cómo vamos a serlo con los demás.

Un Saludo.

Miguel Gómez.