¡¡Hola de nuevo!! Con esta entrada voy a introducir una nueva ¨sección¨ dentro del blog. Voy a contarte mi experiencia de cómo hago la ruta para llegar a la localización prevista y, así, intentar conseguir la fotografía que tengo en la cabeza. Ya sabrás que me gusta planificar y te recomiendo, si no lo has hecho ya, leer la entrada ¿Planificas o Improvisas?.

Al final de cada una de ellas te dejaré el enlace a la ruta, por si te apetece echar un vistazo o hacerla, y una foto final con su revelado completo.

Sin más, te voy a contar cómo fue la experiencia. Llevaba con esta ruta en la cabeza desde hacía mucho tiempo. Se me metió entre ceja y ceja que tenía que volver a esta cascada y verla con nieve así que, aprovechando una de las nevadas de este principio de año, me animé a salir junto a Gabi. Vi que el amanecer para ese día era entorno a las 8:30, calculé lo que podría tardar en el camino y puse el despertador a las 4:00.

Como una hora y media más tarde llegamos al parking de las presillas y la primera sorpresa de la mañana fue que ¡¡estaba cerrado!! Tenía un cartelito muy chulo que ponía que abrían a las 10:00, así que tuvimos que aparcar en el Monasterio del Paular y alargamos la ruta unos 2,8km… Bueno, cosas que pasan…

Dejamos el coche, nos abrigamos apropiadamente y empezamos a caminar en plena oscuridad, con la única luz de nuestros frontales. Después de andar unos 2 km, casi todas las rutas de internet decían que tomáramos el sendero de la derecha pero nosotros decidimos ir por la izquierda, que es el camino de vuelta, para recortar un poco la ruta. Cuando llegamos al Salto Domingo, la ruta pasó de ser una pista a convertirse en senda. Tuvimos algun problemilla porque la nieve ya estaba pisada y se había convertido en hielo. Echamos de menos los crampones pero llegamos hasta la cascada. Y nos encontramos la segunda sorpresa de la mañana: todo estaba nevado pero en la cascada ni un poquito… nuestro gozo en un pozo…

Después de estar allí un rato bastante largo y de hacer diferentes encuadres del salto, valoramos el subir a la cascada que hay más arriba (para quien no lo sepa, esta cascada tiene un salto mucho más grande un poco más arriba), pero el acceso es complicado y, al no llevar crampones, preferimos dejarlo para otra ocasión. Comenzamos el camino de vuelta, ahora más interesante fotográficamente hablando porque ya era de día y podíamos ir parando y haciendo diferentes tomas del Arroyo del Aguilón, que tiene zonas que merecen mucho la pena.

Nos paramos en varias ocasiones ya que veíamos rincones que nos encantaban y no podíamos dejar pasar la oportunidad de hacer una foto y llevarnos el recuerdo a casa. Por el camino, nos encontramos decenas de vacas por allí. Oímos cencerros pero ni por asomo pensábamos que hubiese tantas. La verdad es que no nos hicieron caso, estarán más que acostumbradas a la gente.

Más tarde, llegamos al bar que hay en las presillas y nos encontramos con la tercera sorpresa: ¡¡También estaba cerrado!! Así que decidimos continuar. Dimos con un amarre para los caballos ¡¡parecía que habíamos vuelto algunos años atrás!! No sabemos muy bien cuál era su función pero allí estaba.

Con la desazón de no haber podido almorzar, emprendimos la recta final hacia el Monasterio del Paular, donde nos esperaba el coche. Llegamos al Puente del Perdón, curioso nombre, y es que las autoridades locales tenían por constumbre realizar los juicios junto al puente. Los reos que eran perdonados cruzaban el puente sanos y salvos y, los que no, eran conducidos a la casa de la horca a unos dos km de allí.

Despues de andar casi 16 km, estar algo más de 7 horas y media en el campo entre fotografía, caminar…, llegamos al coche. Nos fuimos a casa con la satisfacción de un trabajo bien hecho y de haber pasado una mañana muy divertida en la sierra haciendo algo que nos gusta mucho: ¡¡Hacer fotografia!!

Espero que os haya gustado esta nueva sección del blog.

Un Saludo.

Miguel Gómez.

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